sábado, 1 de diciembre de 2007

abcd...ario

“Para todas las cosas hay sazón, y todo lo que quisiéredes debajo del cielo tiene su tiempo determinado.
...
Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz[1]”.


“Hay una simetría especular de la dimensión del tiempo, que dice que los procesos naturales elementales van en una dirección en el tiempo igualmente bien que en la dirección contraria[2]”.


“Extranjero.- En primer lugar, la edad de todos los animales, fuera la que fuera, se detuvo en su marcha y todos los seres mortales dejaron de ofrecer a la vista el espectáculo de un envejecimiento progresivo y gradual, y luego, reemprendiendo su marcha, pero en sentido contrario, se les vio crecer en juventud y frescura. En los viejos, los cabellos blancos volvieron a ennegrecer: en aquellos en quienes había ya nacido la barba, las mejillas volvieron a quedar lisas, y todo el mundo fue devuelto a su primavera; en cuanto a los que eran imberbes, sus cuerpos, haciéndose más delicados y pequeños de día en día y de noche en noche, volvieron al estado de recién nacidos, y su alma se adaptó a ellos tan bien como su cuerpo, y después de ello, siguiendo adelante este proceso de decadencia, acabaron por desaparecer completamente[3]”.
[1] vers. 1 y 8 del cap. III, Eclesiastés. BIBLIA DEL OSO. Libros Proféticos y Sapienciales, según traducción de Casiodoro de Reina, publicada en Basilea en el año 1569. Edición de Gonzalo Flor Serrano. Ediciones Alfaguara, Madrid, 1987.
[2] p.277. LA FÍSICA EN EL SIGLO XX. Alianza Editorial, Madrid, 1990.
[3] 269e/270c . Platón. EL POLÍTICO O LA REALEZA. Obras Completas, p. 1068 y s. Traducción de Samaranch.

prólogo.

Un surtidor de sombras
en la temprana esquina
de un tiempo sin respaldo...
El niño juega
a introducir palabras
dentro del agua...
son tan livianas
que ni en el tiempo naufragan.

primera capitulación:

...dicen que el tiempo
al hombre
lo embriaga de
madurez y con buenos recuerdos...
Y Dios como prefacio al tiempo,
el hombre como prólogo a la muerte,
la vida como epíteto para el
silencio y yo por hueso
en mi propio esqueleto de tïempo
(era mi voz
miedo a cualquier guijarro sin aristas,
el temor a cualquier
mancha de vida sobre la camisa).
Si me persigues
te florecerá el hielo
y el agua te hará un surco abierto al tiempo
(los hombres ni siquiera han muerto:
sufrieron la
enfermedad del tiempo: un agujero
de voces en silencio).
Y yo no fui quien puso
dudas al tiempo
ni quien aseguró que con las voces
se acallen los silencios
(quizás la eternidad sea el peor consejo que da el tiempo).
Y ¿dónde la palabra y sus vocablos?
¿Qué palabra escribir?
Y garabatear ¿con cuáles pájaros?
El mundo y Dios
fotocopian al hombre en blanco y sueño;
que no te entrañen
sus desvaríos.
A imagen invertida
de la mano benigna de Dios fue
imaginado.
(TOTUS MUNDUS POSITUS EST IN MALIGNO).
!Silencio!, que no ha llovido el destino
ni ha nevado el recuerdo
(Alrededor del tiempo
yo no era, pero el tiempo fue
un árbol con manzanas huecas,
un árbol con manzanas frías,
un árbol...
el árbol de la seda y la impaciencia).
Esta noche pondréis en la mesilla
del sueño un cenicero para los
recuerdos, un cigarro desprendido
del dolor, un bolígrafo con el
que inventariar las quejas del espíritu
(y también un vacío casi hueco).
El sucio cenicero era un recuerdo
de cuando el tiempo estaba lejos.
El cigarrillo viene tras el vicio
de consagrar los labios al füego.
El bolígrafo tiene
un deseo lascivo
de eternidad fingida.
Y el vacío será
la piel de una mentira.
Si te pienso, circulo,
me agacho,
regreso...
Pienso que a este momento llegas
como firma insondable de cualquier
esoterismo platónico o de
cualquier esquizofrenia no dislálica.
Habla la cama
al contacto esporádico
de mis brazos alérgicos y el humo
se expande por el sueño.
Acontece una tarde
o quizás un tiempo viejo.
Y no comprendo
mientras recuerdo
que he violado el secreto...
(Si yo me transformara
en hormiga o saliva... el algoritmo
que Dios oculta,
cabe su lejanía,
me recriminaría...).
Pero ¿por qué cantar bajo un cristal
y reír para una
verde mujer?
¿Porque a los ángeles
le crecen los bostezos,
porque a los hombres
le crece la muerte,
porque a ti, como cosmos u hombre,
te desdibuja
una desesperanza? ....
Yo quisiera acabar con el momento,
entrar en el instante,
satisfacerlo;
beber un hombre,
regurgitarlo.
Pero ya es inútil
respirar o querer
un molino de adviento,
alguna isla de cierta mar.
Al final alguien y otros
se jugarán la herencia, el nombre, el título
y el apellido. Y para nosotros
quedará, sin embargo, un cenicero,
un cigarrillo
y hasta un bolígrafo
con el que eternizarnos
(tan sólo
por un momento).
En el cielo de la noche
las estrellas lo describen
si fue sudor una lágrima,
un gris o ausente silencio,
quizás su fulgor numérico.
. En el cielo de la noche
el agua dibuja el sueño,
la mentira como un árbol
y la flor como el invierno.
Pero el amor, el amor,
vivencia humana del fuego,
.osrevinu le odot avruc
Si es viento hacia él los deseos,
si aún suspiran los pájaros
alguien descubre el arcano
en su lenguaje olvidado.
Mientras, el hombre primero,
aprendiz de artista eterno,
en el blanco sintetiza
todas las leyes del tiempo:
Saber, poder, atreverse
y, sobre todo, callar.
Saber que el mundo es
un inmenso fractual
eterno de hermanos
separados por el tiempo.
Poder regresar a Dios
antes del séptimo día
y atreverse a coger la granada
con el sudor del alma.
Por último, ¡Silencio¡, callar
que el hombre sigue la obra de Dios
en un minúsculo tiempo.
- Entonces paso
a contaros mi vida;
escribe tú los hechos y los días:
- La noche fue,
hoy no es de tiempo.
Pero mírate como
la muerte y me verás
apenas dentro.
Y no podrás tocarme
ni resbalarme;
cuando es silencio
¿para qué vivir huesos
desde el destiempo?
-Un plato,
soledad
en el tacto;
tú,
amor,
a mar,
a viento,
al desencuentro.
Yo no te encuentro.
-Aunque bajes la voz de la rodilla
cuando se eleva como humo el silencio,
tú,
el movimiento.
Las voces,
caracoles muertos,
como el grito del hombre incierto,
como
la voz de fuera adentro...
Alguien tiene cabellos negros,
irreductibles
y a lo lejos, silencios;
alguien tiene entrelabios secos;
te queda el esqueleto;
tú desde dentro
el tiempo.
En la espuma del agua
nadaban peces
ingrávidos y esféricos,
casi aritméticos.
En la burbuja
del tiempo
grita la fauna hostil
de mis recuerdos.
- Para la austeridad,
lenguaje oral...
- Para los sueños
el mar
de eucaristía
y arrobamiento,
- ¿Por qué no la laringe
como estulticia
o mímica imprecisa
del hombre
o estupor de los dioses?
Yo no tengo por índole
ni modelo
la veraz analítica
de la
ciencia más positiva.
Yo creo y al tiempo
el suelo como pétalo,
el soplo como freno,
la humedad como apresto
y el calor como absceso...
Según Thot, el escriba,
yo y mi medida
excedemos el peso
que nos dio el tiempo sólo por
un pétalo de sueño.
Igne Natura Renovatur Integra.

Como la golondrina
he buscado un alero
en donde anidar los sueños;
apartaste los huesos
y en tu esqueleto,
asechanza del tiempo,
los colores del arco
inri anuncian el fuego.
Y tu rostro será
de madera;
y poco importa
que sea de ébano
o de palmera.
No olvides esta caña
(al pan de cada día
no lo amases con lágrimas
ni más mentiras),
la caña que lanzaste al tiempo
como peso huero.
No la recojas; deja ya que la
cubra el polvo del tiempo venidero.
Por tanto escribe
la última carta, la última
orilla traza, el último
vértigo baja,
la última piedra escala, el último
momento ¿cruza
o se desplaza?
El umbral, insondable,
el festejo muy lento,
las calles y el bullicio
a lo más lejos
y con el tiempo
espaciándose mar adentro...
No miremos su voz
él era sólo el humo insolidario
del fuego en cautiverio, el esqueleto
que nunca ganaría un amor sólido
al párpado quebrado del tïempo.
Alimentaba
el futuro con trastos viejos:
la lavadora
del sentimiento
(que limpiaba las sábanas
del tiempo), el lavaplatos
del pensamiento
(que rompía las huellas del recuerdo),
la aspiradora
de los recuerdos
(que inspiraba los hechos de los cuentos).
Y con pocas monedas
(porque era agnóstico
del tiempo
con sus agujas
se inyectaba silencios) exigía
los juegos
más altaneros:
en vez de arenas,
walkirias en la playa
y en vez de agua
sumergirse en la Vía Láctea.
No les había dicho a cuánto
ha vivido (la espuma
nunca fue un río).
No les había dicho cuándo
trazó la primera huella
(no hubo caminos
ni tiempo
para que la luz no
les fuera eterna).
No les había dicho a cuánto
se había desvivido
(la espuma
jamás devendrá en río).
No les había dicho cuándo
trazó la primera huella
del tiempo.
(¿hubo caminos
en los que alguna luz
pueda sernos eterna?).
No nos había
mentido porque el tiempo
de su figura
iba más lento
que el tiempo de sus pies.
(La sombra siempre llega antes, incluso,
que la última tarjeta de visita).
Lo cotidiano
es levantarse
con ambos pies
para la incógnita
del día. El nuevo día
será el octavo,
una ecuación
con demasiadas
incógnitas
y soluciones
recónditas.
Pero tú y yo
seremos
más tiempo
con menos tiempo
delante,
con las espaldas
caídas
por el peso del tiempo
de atrás.
(Es el peso del tiempo
pasado
el que nos quiebra el alma
y dobla
el cuerpo
hacia la tumba).
No supo ser estrella
(nunca llegó a la altura
del campanario
en el que los pájaros
sembraban hierbas
no verdes ni amarillas).
No supo ser tristeza
(alegraba los restos de sus días
con tanta insidia
que ni los pájaros
volaban
en sus premisas).
No supo ser espejo (habíase
ordenado de cetro en la pared
y de corona ajada
en un papel continuo).
Él era el tiempo
concebido entre
un deseo y su miedo.
Dime cuál es el límite
último del silencio,
de la piedra con hábito de gestos,
de un esfuerzo con voto de misterio,
de una mano con órdenes de invierno.
Quise saber tu nombre y la mentira
que habitas como hastío
a flor de pétalo
y a espina florecida (a vara y cruz
se jugaron mi vida);
quise saber
la silla en que apoyabas el comienzo
(verso a infierno, el cansancio
como basura pútrida
al tejado del tiempo);
quise saber
el hueco en donde olvidas los secretos
(de tierra en tiempo y el último vestido
será un invierno
que lanzo como anillo al tiempo).
Mientras tanto serás el rincón bello
de un silencio,
la espuma de un olvido,
el techo de una estrella,
la pared de un planeta
o el suelo de un espejo.
En ti el árbol contempla
con ojos verdes
la primavera...
y la naturaleza
revalida en tu vientre
su asignatura más añeja:
Aumentar el futuro
con los hombres por pértiga.
Que como arena seas tú sïempre
el límite final de la pïedra.
El día en que yo cumpla mil pecados
o diez mil impaciencias;
el día en que yo sueñe penitencias
o dolores ajados...

¿Quién pondrá nombre y letras a mis lados
veniales?, ¿Quién las ciencias
a mi ignorancia clara de sapiencias,
a mis pies deshuesados?

Quien tenga la fe entrégueme un cuchillo
de amor y suerte,
de fuego, de almohadas y de brillo

que entre mi corazón surge la muerte
como un tiempo amarillo,
como un amor agreste, recio y fuerte.
Yendo hacia ti, princesa,
temía que tu beso
me hiciese eslabón
de tu cadena.
- Hazte a la mar conmigo
que el alba aún
pudiera ser
maceta de caléndulas
con pies y estrellas.
- No, no, princesa,
que al tiempo
el sol le da la luz
y el paisaje, princesa,
se lo dona la tierra.
Y con un trozo mísero
de tu inminente
rodilla,
haz inventario
de piedras lentas,
de hierbas huecas, cautivas.
Y haz una pausa
de fauces negras sobre tus heridas:
cierra los ojos
al olor de tu pulso y cierra el mundo
a las puertas del día y cierra
las consignas,
todas las advertencias
de vida en la ceniza.
(Cuando la vida
en su fricción de días
exime al cuerpo
de uñas y de cabellos,
de ternuras y sueños,
mejor el tiempo;
soñar la fuente
de querubines blancos,
despiertos
y que te balanceas
entre Dios y su tiempo).

primer actor: dice que el amor es un momento arrebatado a la eternidad...

Si tu cuerpo quisiera ser el mar
dime qué soñaría por la tierra
la espiga
o una noche de lluvia
con sed en la saliva
y puñados de vida
siempre a ras de tu altura.
- Mi cuerpo no podría soñar peces
ni ásperos batiscafos
ni medusas antiguas.
Mi cuerpo bajaría al río
a navegar deprisa el torbellino
como un velero hermético
en libertad prohibida.
- Cuando tu cuerpo sea el mar
mis manos remarán
por tus rodillas
y en tu cintura
me haré pez
y escamas
y anzuelo y músculo
y espacio
y, con el tiempo, tiempo.
No era una voz
(era una letra) negra; la primera...
No era un sonido,
(miraba estrellas) pálidas, complejas.
Era la sílaba
(jugaba a peces) hueros, de sal mados;
contigo por destino
(nadie le pretendía)
sin adjetivos
igual a una linterna
de aceite en el camino
(eras tú como abismo).
- Las lágrimas sonríen -
(como acero adherido),
- el llanto es de cartón -
(como adepto del tiempo);
(Dios y yo absueltos
de cualquier contratiempo)
Yo no,
tampoco
el logos
no yo.

Tu sí
también
el bien
sin ti.

¿Quién eres?:
¿La suerte?,
¿el viento?

¿Los seres?,
¿La muerte?.
¡El tiempo¡
No están todos en la isla
desierta
ni todos naufragaron
a la deriva;
no todos se humedecen
de lluvia y de corales
ni todos llevan alas
en el sombrero
o en el calzado.
Algunos dejan pronto
que el tiempo sustituya
sus manos y se visten
de espacio. Y con harapos
de sueños
sueñan con propios tiempos.
No están todos en la isla
desierta
ni todos naufragaron
a la deriva;
no todos se humedecen
de lluvia y de corales
ni todos llevan alas
en el sombrero
o en el calzado.
Algunos dejan pronto
que el tiempo sustituya
sus manos y se visten
de espacio. Y con harapos
de sueños
sueñan con propios tiempos.
Y tuya no será la vida
(las flores que perfuman con mil prisas)
ni la espina granada en hombres
(son dolores que azuzan la agonía)
ni el verso atravesado por las rimas
(los poetas saciaron el crepúsculo);
tuya, en comunión ávida de esquinas,
de ángulos sin burbujas,
será la sequedad del agua,
se hará la nimiedad del llanto,
será la oscuridad en el azúcar.
(Tengo sueño de
tu despertar eterno y de
tu asimetría;
tengo hambre de
tus silencios, de tu
invitación al fuego).
Pero entraré al rincón
del centro
del tiempo
como un momento
pequeño...
Allí pudo ocurrir
como un pájaro blanco
otra infancia cromática
en otro decorado
menos severo
y con más pájaros
en el alero.
Tan grandes, tan enormes
fueron sus culpas
que no cabían
ni de costado
en su raquítica
geografía.
Con los indios de plástico
jugaba a cementerios:
la vida era una tumba
o la caricia un féretro;
el amor una cruz nominativa
o el tiempo
un esqueleto
creciéndole
a cada juego
aún más cadavérico.
Él era
posiblemente todo un niño
o la vivencia
de una calleja estrecha y tétrica
-¿fue la “de los quemados[1]”?
con ningún pueblo dentro
pero con la mirada abalconada
hacia las afiladas
y asesinas agujas
del tiempo.
Quizá había “cambiado” por el último
TEBEO
una oración sin fe,
esperanza o maldad.
O quizá, en un descuido de alegría,
le habían sustraído
sus torres góticas
(por las que gateaba
hacia los ángeles),
sus escaleras
barrocas...
(por las que acariciaba
a las alondras)
o sus
esquilones románicos
(con los que pretendía
él tocar a arrebato
la palabra de Dios).
Pero él no tuvo manos,
aún puesto de rodillas,
al alcance de un beso
que no amargara a vida
o a “fanta” de naranja suicida.
No tuvo manos para abrillantar
los cristales quebrados de la escuela
ni tuvo manos para resolver
ecuaciones anónimas...
(Con aquellas fracciones
cada vez más idénticas
al tiempo
no tuvo tiempo
para buscar
dentro del tiempo
un islote desierto
del tiempo).
Tampoco tuvo tiempo
ni pulso en las mejillas
para reverenciar
un falso padrenuestro
en que el cielo
no es una isla del tiempo.
No le vi hacer veleros de papel
en ningún río impreso
(guardaba los recortes de su tiempo
en perseguir senderos).
No le vi que rompiese
a patadas del alma
ningún árbol, ningún gusano.
Era un niño tan tímido
que, al verme, abandonaba la tristeza
en el balcón central
de su conciencia
y añadía una nueva historia
a su trágico cuento:
El tiempo era un espejo
eterno...
[1] La “Calleja de los Quemados” de Llerena era el final del camino que seguían los condenados a la hoguera por la “Inquisición”.
Y el eco
de una pisada
en movimiento
te lleva a otra huella
aún más lejos
del tiempo.
Y el eco
de otra mirada
te conduce a otra estampa
de una fotografía
sin tiempo:
Ya sé que la palabra
desde tu rostro inerme
desnuda los mensajes
aún secretos por el tiempo;
y que el silencio
contra tus labios
disimula el misterio
del tiempo:
que para Dios
el hombre
es la fotografía ajada
de su peor momento.
Pudiera ser la lluvia
de noche, sin las prisas
de la luz diurna;
pudiera ser el hombre
o sus botas "katiuskas"
- negras por sucias -;
pudiera ser el gato,
un fiel remedo
de hermano muerto,
y sus zarpas mullidas
como caricia
y todas las sonrisas...
Pudiera ser...
mas si me acuñas
como falsa inocencia
sería yo
casi todos tus males
puestos a dios y al día
en un tiesto de rosas mustias.
Daña tanto la luna en las espaldas...
- No más que el tiempo sobre tus harapos
o sobre tus mentiras
de vida.
Fue el tiempo
evaporado
(al principio la luz era un verso ebrio)
o golpeado
(pudiera ser que el hombre fuera)
o presenciado
(tu cara cambia pero el espejo se empaña)
o resentido
(que la espina mortal
del hombre fue la vida)
o combatido
(era un niño con ángeles al cuello)
o herido
(y el hombre como llanto airado
del fuego más terreno)
o condenado
(¿no es el hombre metástasis del tiempo)
por si querer
(¿acaso te reíste en sueños?),
resucitar
(y Dios, ¿tendrá de ti algún buen recuerdo?)
o revolver
(¿también Dios uno y trino como el pájaro?)
o reclinar
(tu y yo tan solo y tanto un elemento)
o dividir
(día a día fractualmente fallezco)
no devorar
(pondría el esqueleto por el tiempo)
y perseguir
(con la vejez ¿no muere el tiempo?)
Si tú andas
a la par simple
del tiempo
y peregrino
para la vida
o su camino...
Si te callas, palabra
a triple salto
vital y necesario
en el reverso
de tus cenizas...,
(como Pitágoras
creías
en la veraz
Aritmo -
geometría).
Como una isla desierta
de cóncava figura
has de arrastrarte
por entre el cubo
del polvo
del aire
del agua
del fuego
del tiempo
de la basura.
La vida se marchó
de sus negras pestañas
al primer tacto
del alba.
Tenía que llegar
bajo la última lluvia
(la que mancha las manos de uñas
y de grises angustias);
tenía que traer las nubes
(envueltas en periódicos
con fatales noticias)
y, a pie desnudo,
libre de humana
arquitectura,
imaginar un árbol
propio de vida.
Pero estaba cansado
de diseñar esquinas limpias,
espacios habitables,
pájaros naturales
o ecologías prístinas...
Se tenía por savia
incolora, inodora
y estúpida
de un árbol liso
sin raíces ni espinas.
-Y cualquier día de estos
-decía- un arqueólogo
me estudia
como un gran trozo
de historia...
como a tantas basuras.
Y crecía al doblar
las esquinas y el caos;
y regaba las flores
y el orden
con agua de un océano
de azúcar
y jerarquías.
Y hasta con las muñecas
formalizadas
regalaba a los ángeles
un mendrugo de vida
teórica
o unas esquirlas óptimas
de espectativas
finitas.
Y al viento le ponía sal
y leyes específicas
y al agua le entregaba
bombones con palabras
naturales y físicas;
y escuchaba las horas
y su música apócrifa
sentado en el desván
teleológico
de una espera abrasiva
y holística.
Y en el humo apaisado
de un proceso dinámico
se le diluían
en átomos intencionados
todos los elementos:
El amor como
prototipo científico
del tiempo;
la costumbre, un opuesto
al movimiento
y la impaciencia
como variable
constante
de su pie incierto,
simétrico:
que la palabra “nunca”
siempre llevó cosido
en sus rodillas
un imperdible
de tiempo.
Ayer quiso la muerte por espejo,
ahora la mirada por sandalia
y después un balcón de hollín
ennegrecido
bajo los pies descalzos del destino
(cuando llueva arrancadle la mirada
con gotas de papel de estraza).
En su aleación
de vida y tiempo
pusieron por moneda
una misma tragedia
en ambas caras:
El tiempo como vértebra en
libertad asesina
y, como Abel, la vida, por envidia
será
la víctima elegida.
(Pudiera ser
que el hombre fuera
lugar para trazar distancias;
pudiera ser que el alma fuera
sendero de ráfagas;
pudiera ser
que la tierra
fuera sombra de todo.
Pero, sin duda, el tiempo
es la sombra de Dios
con Caín al acecho).
NEOTENIA
Yo no creo en humanos
reflejos
ni acecho paradigmas
filogenéticos
(es la vida del hombre
instinto cóncavo
de asociación innata
al desfallecimiento).
Mi único credo
es un paisaje negro
de cuatro nervios:
El suelo como origen
del pie
en movimiento,
el viento como
selección de los pájaros
para llegar más lejos,
el hielo como
recuerdo
de tales elementos
y el miedo
como rayo de Zeus .
(¿Quién sabe que su suerte
en parte mayor
y en vaso permanente
rima y florece
hacia la muerte?).
Llegando a Dios
tomo el último tren
ya sin garita
o paisaje a la vía.
(Al chocar con sus topes
se arruga mi estatura
como una “perra chica”
infantilmente puesta
sobre un raíl de vida).
Llegando a Dios
existe sólo
un único destino:
El vómito o la náusea
de la duda al silbato
de la salida.
(Y en la mirada
al mundo
una nube de negra carbonilla).
Si al azar Dios “picara”
en algún túnel lúgubre
mi billete de vida
y tuerca...
Mas como mi fe sea
un “kilométrico”
de “tercera” y en la “vía muerta”,
como buen revisor, habrá
de transbordarme
en un apeadero
desde el camino de hierro
al sendero del tiempo.
Si el alma fuera
la cara oculta
del fuego al vuelo
la tarde el prólogo
visible y táctil
del tiempo.
Pero el tiempo es
ángulo recto
en el que el verbo
es el punto de encuentro
de dos relojes
con arena y vigor
para dos tiempos,
un tiempo
y medio tiempo,
espacio que separa
el agua del fuego,
la muerte de la piedra
y la resurrección
del miedo.
(La historia
no es borrador
del pensamiento
que el hombre
del tiempo
es el badil eterno).
Sujeto al verbo
y a través del espejo;
sujeto al tiempo
y en un espejo;
sujeto al fuego
y en un deseo:
estar sujeto
al verbo cual
un espejo
sujeto a su reverso
de tiempo.
II.
Sujeto, tiempo
y espejo...
Cuando el aliento
por rostro lleva el viento
el tiempo tiene un marco
lento como de espejo.
IV.
Sujeto, fuego
y espejo:
dios era un verso
blanco de pie quebrado
en un arco iris
de tiempo.
(El hombre a lo más lejos
crecía a verso lento).
V.
Sujeto, verbo
y para el complemento
un adjetivo neutro:
Yo también era un as;
nadie pudo ganarme
a la entera
ni a la tristeza.
Siempre alcanzaba
el último planeta
situado al otro
lado de la acera.
Y mi lágrima fue
la más grande y perfecta,
siempre sincera;
en ella
Dios no es criatura
del centro
ni de ningún espejo;
surge del tiempo
para ver cómo el hombre
le suplica un momento
eterno.
Con letras de papel
periódico y complejo
quiso hacer un velero
de casco viejo y ciego
para que navegasen
todos sus tiempos.
Y quiso que al llegar
al mar
cruzasen en silencio
a la otra orilla
en donde todas
las nubes son el
mar en espejo.
Y desde entonces
vive a lo vivo
sin anestesias
de sueños,
de tiempos y de olvidos.
Y así es su vida
(de abajo arriba)
y su tiempo es
mi sólida cintura.
...Que el tiempo, la verdad
y la vida, jamás
fueron anuncio
de página amarilla.
Pudiera ser que tierra y nubes
fueran tu sombra;
pudiera ser que el día y el árbol
fueran tu viento;
pudiera ser que el hombre y el dardo
fueran tu espejo.
Pudiera ser...
pudriérase
a la orilla de un súbito cristal
en tránsito a la brisa
del tacto;
pudriérase
a la fiebre de un tiempo ajado
en la quietud del frío
intacto.
Pudiera ser...
pudriérase...
(Por cada alma pudiera ser
que haya una estrella,
pudiera ser, pudriéndose
con los cantos rodados
por el tïempo).
Fui... sí... yo fui palabra,
verso y circunferencia
en cada chimenea,
en cualquier azotea
y en el quicio simbólico
de una puerta azarosa.
Y también fui palabra,
hierro y pirámide
en la interrogación,
en el punto común
y en las comas adversas.
Y en el tiempo también
fui palabra, esperanza
y círculo desierto.
Pero en la vida
además fui la última
palabra solitaria...
Tras de mí vino
el diálogo entre
el tiempo y la razón,
la probabilidad
y la certeza.
(El tiempo como pie
alado
y la razón
como garganta
caminando y tú...).
Y caerán con todas tus noticias
las hojas del periódico
al cubo
más íntimo
de la basura...
(Será...
cuando el vino recobre el equilibrio
y algo la compostura).
Y también caerán los árboles
(si el tiempo,
ahíto de toneles,
sigue a los hombres
como a la corza herida,
como a un primer amor
en fingida huida).
Y no habrá rotativas
que, como cangilones
de otoño,
impriman más anuncios breves
de vida;
que el vino bueno,
de cosecha divina,
saltará a chorros
y de alegría.
(No podrás agotar el tiempo si antes no apuras todo el vino de Baco y sus criaturas).
Me rindo; rindo
mis ojos, el silencio,
el dolor, la garganta,
las venas y la sangre.
Yo rindo
la razón del paisaje,
el pedúnculo frío
del sueño,
la mesa con tintero,
el bolígrafo bic tic - tac
y el golpe
de gracia
sobre el pecho.
Y rindo
mis heridas, los sueños
y mis angustias,
la soledad, la sed,
el polvo y la esperanza,
las tejas de la ausencia,
el sobresalto
de mis ojos al verte.
Me rindo, rindo
la lucha y la abundancia,
el amor y la fe,
la indignidad, el polvo,
la luz de las estrellas,
la danza de los átomos,
el giro de los vientos
y la piedra angular de mis recuerdos:
el salto de tus ojos hacia lo eterno.
Me rindo; rindo
mis espinas, el cielo,
la piel y la fatiga,
el barro, las raíces,
la luna, mi perfil,
tu lluvia, nuestro tiempo,
el aroma lejano
de cualquier lado,
la semilla acosada
por el trillo y la parva...
Incluso
con mi esqueleto de tiempo
todo lo rindo
por una simple tregua de vida sobre el tiempo.