Por ser cristal, espacio; por ser tiempo,
piedra, por ser discípulo del fuego
heme aquí agua ayer, heme ahora, luego
silencio. El hombre vino a contratiempo.
No busques la palabra contra el fuego;
está en ti desde ayer a contratiempo
y por más que la busques en el tiempo
la palabra será el milagro, luego
que tú, como Dios, pintes en el tiempo
un fonema, un poema por el fuego.
Verso a verso, palabra a contratiempo
y tú, cristal, llorar, al mar y luego
silencio. ¿Quién le puso viento al tiempo
y al espacio un océano de fuego?
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